Seis días después, toma Jesús
consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un
monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron
resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería
capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y
conversaban con Jesús.
Toma la palabra Pedro y dice a
Jesús: “Rabí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti,
otra para Moisés y otra para Elías.”; - pues no sabía que responder ya que
estaban atemorizados-.
Entonces se formó una nube que
les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: “Este es mi Hijo amado,
escúchenlo”. Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a
Jesús solo con ellos. Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie
contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre
los muertos.
Ellos observaron esta
recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de “resucitar de entre los
muertos”.
ALTAR DE VELACIÓN
ELABORADO POR LA COMUNIDAD DE ACCIÓN CATÓLICA
PRIMER VIERNES DE
CUARESMA
27 DE FEBRERO DE
2015
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